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El Caldero de las Jornadas
Blog de las XIX Jornadas Anuales de la EOL
sábado, 27 de noviembre de 2010
PROGRAMA DE LAS XIX JORNADAS
Ya pueden acceder al Programa de las XIX Jornadas Anuales de la EOL en
http://www.eol.org.ar/ jornadas/jornadas_eol/019/ Programa-XIX-Jornadas-Anuales- de-la-EOL.pdf
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lunes, 8 de noviembre de 2010
Moderación blog
El hilo que siguió el término “errancia”, partiendo de la referencia del Seminario 21 de Lacan-esencialmente como vagabundear-, se deslizó a nombrar el malestar actual en las diferentes formas de la singularidad.
No parecen perspectivas que se opongan, la 2ª sería un modo de calificar fuertemente a la 1ª en la época actual, donde errancia pareciera hacer hincapié en un goce no incauto, no suficientemente incauto del saber inconsciente, que no se ajusta a la estructura.
Lacan en la referencia citada indica al menos dos cuestiones que definen incauto, una, que la estructura es discurso, preguntándose si él mismo está ajustado a la estructura del discurso analítico, y otra que hay una versión que liga al engaño, al caer en la trampa, siendo el amor un engaño del orden de lo recíproco. “El amor tapa el agujero, enlaza” decía uno de las contribuciones. Así es que la transferencia, para Lacan aquí, surge como segunda a la aparición del inconsciente como saber, siendo para el analizante su trabajo el de elaborar ese saber. Amor, saber, descifrado, elaboración, puntos destacados en el dispositivo analítico, porque “ese saber, al fin de cuentas, ¿no es nuestro único patrimonio de saber?”. Pero se dio cuenta en las noches preparatorias y las contribuciones, de casos donde eso no se hace tan posible. La transferencia como “conversación democrática”, a instancias del analista, es una propuesta para las psicosis ordinarias de la época de la democracia como las calificó Miller en la conversación de Arcachon.
También habría una franja de sujetos que no ubicamos necesariamente en esa serie, y que por la poca disposición a la creencia sin llegar al cinismo, requieren también de esa disponibilidad del analista, quizá como apuesta a producir el surgimiento del inconsciente como saber que haga posible creer, y, a lo mejor, algo de la transferencia se juegue. ¿Es posible el psicoanálisis, mejor dicho, las operaciones de un psicoanalista sin ella?
Por esa misma errancia se hace posible la fuerza de la instalación de “muros”, como se menciona, muros a la diferencia, muros como rechazo a lo distinto.
Lacan en TV fue preciso al responder a la pregunta de porqué profetizaba el ascenso del fascismo:“En el desvarío de nuestro goce, sólo existe el Otro para situarlo, pero sólo en tanto que estamos separados…Lo que no se podría es abandonar a ese Otro a su modo de goce, sino a condición de no imponerle el nuestro, de no tenerlo por un subdesarrollado”.
Ana Simonetti
martes, 2 de noviembre de 2010
La caída de otro muro [1]
Los mecanismos implacables desplegados para imponer la uniformidad de modos de gozar- con su correlato de borramiento y segregación de las diferencias- han encontrado, en ciertos acontecimientos de la historia reciente, íconos memorables. También sus derrotas se han convertido en emblemas de policromía racial, religiosa, étnica, de lenguas, género, sexual.
Más inclinados a reconocer los pensamientos totalitarios en las segregaciones que más nos incomodan solemos distraernos frente a nuestra mirada sesgada de ciertas diferencias a las que catalogamos como”naturales o antinaturales” y dejamos para la benevolencia de la diversidad “lo cultural” olvidando que nuestra condición humana está más cerca de cierta “naturaleza cultural”que de la naturaleza de los primates de Darwin.
Guy Sorman en su obra “Esperando a los Bárbaros, sobre inmigrantes y drogadictos” (1992) comenta el caso de un magrebí rápidamente condenado a dos años de prisión por un tribunal de Lyón por fumar cannabis (haschis para los lugareños).Y se pregunta: ¿Por fumar una hierba extranjera o por ser extranjero? ¿Qué atentaba contra el estado? Diríamos lo extranjero, lo otro. El pensamiento mágico contra el racional, la barbarie contra la modernidad; y cita Sorman la gente llama barbarie, escribía Montaigne, a aquello que atenta contra sus costumbres.
Contra sus costumbres y contra sus estándares de felicidad y en este rango se pueden incluir desde groseros bordes a sutilezas de toda dimensión y textura. El otro, lo otro: diferentes modos de gozar que despiertan- en distintas gradaciones y degradaciones- ironías, miradas burlonas, bloopers, ataques encarnizados, persecuciones e intentos de aniquilamiento
La puja entre conservar y diversificar, transformar y uniformar, se trasunta en la pelea pulsional que da texto y párrafo a la comedia cotidiana de cada encuentro, transformándolas a veces en verdaderas tragedias-¿tan sólo?- por pequeños detalles que solemos ver en las peleas de aquello que, siguiendo a Maffesoli, llamamos tribus urbanas. (Por un quítame esas pajas te echan por la vereda, dice el cantautor catalán.)
Podemos acordar que algunos consensos mundiales se han logrado: un presidente de color de la primera potencia de occidente, ecumenismos religiosos, declaraciones contra delitos de lesa humanidad al Norte y al Sur dan cuenta de ello. Pero también sabemos que subsisten luchas religiosas, étnicas y económicas, desprecios y odios de clase también en los países más “avanzados” ¿o más maquillados? Sino ¿qué diríamos de la xenofobia de la pujante y civilizada Europa luego del reciente Wall-Steeet-crack? El resurgimiento de fundamentalismos, siempre en ciernes, advierte que la cuestión está allí para ser tenida en cuenta y tramitada. No hay ni logros definitivos ni un universo amable y feliz que nos espere en el horizonte del desarrollo y el progreso. No hay tal cosa. No es natural, no viene en el sett de los mecanismos automáticos. Ni la globalización los devoró ni antes éramos mejores.
En su libro “Los anormales” M. Foucault da cuenta de la homologación de hermafroditas y homosexuales a la categoría de monstruosidades de la naturaleza sometidos a castigos y mazmorras de los siglos XVI y XVII por la casta y pudorosa realeza francesa. ¿Virtudes públicas, vicios privados?
Por su parte la amada baronesa de “la joven homosexual”, paciente de Freud, era condenada en Viena en los años ‘20, más que por intentar envenenar a su marido, por sus actos de impudicia contra la moral y obligada a declarar cada una de sus relaciones homosexuales con lujo de detalles.
Así que la feliz coincidencia de la Secretaria de Estado de los EEUU de América, Hillary Clinton entre sorprendida y pícara, retratada en Berlín con el canciller alemán Guido Westerwelle que presenta a su pareja Michael Mronz, merece detenernos un momento frente a lo que representan los personajes involucrados en tan particular retrato, en el XX aniversario de la caída del muro de Berlín. Muro de las etnias y las religiones que también condenaba a los homosexuales a usar un triángulo invertido rosa en los campos de concentración superpuesto a otro triángulo si, además, era judío.
En estas imágenes fotográficas[2] se dan cita una síntesis de muros jaqueados: de género, razas, credos, preferencias sexuales, culturas, lenguas. Una mujer, blanca, de raíz católica ortodoxa, dedicada a la política, representante de un gobierno presidido por un negro, asiste sorprendida a la caída de otro muro de la mano de dos elegantes caballeros, blancos, europeos[3]. Todos ellos símbolos del amo de occidente.
Coincidencias de las latitudes, en Argentina un juez autorizaba, casi al mismo tiempo, el primer matrimonio gay del hemisferio Sur. Quizás otro dominó irá volteando sus fichas y abrirá otras partidas.
Elvira María Dianno
lunes, 18 de octubre de 2010
Reseña de la segunda Noche Preparatoria para las Jornadas de la Eol realizada en la Sección Córdoba.
La segunda Noche puso al trabajo la temática de la Jornada desde las investigaciones que lleva a delante un cartel cuyo Mas Uno es Gabriela Dargenton y sus integrantes: Graciela Martinez, Estela Carrera, Bibiana Ortolani y Ana Lubatti. ¿El amor está en crisis?, con esta pregunta Graciela Martinez abría la Noche Preparatoria para las XIX Jornadas Anuales de la EOL, su interrogante ¿Cuáles son las coordenadas de la época que constituyen la envoltura imaginaria de los síntomas amorosos? ya nos ponía en sintonía con el horizonte de trabajo que nos conduce al próximo Congreso 2012. Según su hipótesis, si los sujetos contemporáneos basan sus posibles encuentros amorosos en la misma ley de optimización que rige el mercado, los lazos de amor de nuestra época cierran su circuito en la satisfacción narcisista, circuito organizado a partir de los significantes amos privilegiados de una época comandada por el imperativo de goce.
A propósito Ana Lubatti avanzó sobre las incidencias del superyo y sus artilugios en las lógicas de la vida amorosa, la pérdida de amor como una amenaza y sus diferentes declinaciones, pero también el superyo que ordena gozar... desde este punto de vista: "el imperativo de goce contemporáneo "hermano" del superyo".
La transmisión que se iba produciendo a partir de cada uno de los escritos del cartel conducía a una pregunta central: ¿como salir del circuito narcisista? Ésta fue la principal discusión de la noche, en un animada conversación donde no faltaron referencias epocales (a los síntomas contemporáneos, al cine, a las consultas actuales, etc).
Entonces el Más Uno del Cartel, Gabriela Dargenton, retomaba desde la pregunta que había instalado Estela Carrera al final de su trabajo, “¿Cómo es posible que las palabras de amor resuenen en lalengua conmoviendo un cuerpo, único modo de producir el amor...?”, los ecos de las reciente Jornadas de la Sección Santa Fe.
Ya era tarde y aún la sala seguía poblada de participantes cuando las últimas intervenciones en torno a la clínica retomaban el trabajo de Bibiana Ortolani en el cual amor y saber buscaban su punto de encuentro, allí Bibiana volvía sobre las palabras del Lacan en el Seminario 21, en cuanto que el amor en la transferencia, se presenta en un segundo tiempo, ya que lo primero es la revelación del inconsciente como saber.
Pero si nos atrevemos a hipotetizar que el amor esta en crisis... ¿el saber qué?... preguntas que quedaran abiertas hasta Diciembre.
A propósito Ana Lubatti avanzó sobre las incidencias del superyo y sus artilugios en las lógicas de la vida amorosa, la pérdida de amor como una amenaza y sus diferentes declinaciones, pero también el superyo que ordena gozar... desde este punto de vista: "el imperativo de goce contemporáneo "hermano" del superyo".
La transmisión que se iba produciendo a partir de cada uno de los escritos del cartel conducía a una pregunta central: ¿como salir del circuito narcisista? Ésta fue la principal discusión de la noche, en un animada conversación donde no faltaron referencias epocales (a los síntomas contemporáneos, al cine, a las consultas actuales, etc).
Entonces el Más Uno del Cartel, Gabriela Dargenton, retomaba desde la pregunta que había instalado Estela Carrera al final de su trabajo, “¿Cómo es posible que las palabras de amor resuenen en lalengua conmoviendo un cuerpo, único modo de producir el amor...?”, los ecos de las reciente Jornadas de la Sección Santa Fe.
Ya era tarde y aún la sala seguía poblada de participantes cuando las últimas intervenciones en torno a la clínica retomaban el trabajo de Bibiana Ortolani en el cual amor y saber buscaban su punto de encuentro, allí Bibiana volvía sobre las palabras del Lacan en el Seminario 21, en cuanto que el amor en la transferencia, se presenta en un segundo tiempo, ya que lo primero es la revelación del inconsciente como saber.
Pero si nos atrevemos a hipotetizar que el amor esta en crisis... ¿el saber qué?... preguntas que quedaran abiertas hasta Diciembre.
Jorge Assef
Reflexión
El comentario de R. Illeyassoff sobre el caso que presenté la primera Noche Preparatoria, me permite pensar alternativas en cuanto a un modo de intervención diferente.
Poder interrogar por la vía de la pérdida de goce con la amante es intentar abrir un camino posible que no desemboque irremediablemente en la muerte (drogadicción).
Su comentario enriquece el caso y la posibilidad de seguir trabajando.
Poder interrogar por la vía de la pérdida de goce con la amante es intentar abrir un camino posible que no desemboque irremediablemente en la muerte (drogadicción).
Su comentario enriquece el caso y la posibilidad de seguir trabajando.
Marisa Chamizo
viernes, 15 de octubre de 2010
Breve reflexión sobre la noche del lunes
El Caldero de las Jornadas y las noches nos fuerzan a seguir algunas pistas que se van trazando. Si a un recuerdo no lo precede el olvido… ¿es un recuerdo? Si se trata de un recuerdo entonces… ¿es porque hay represión y levantamiento de la misma? ¿O cabe otra alternativa? ¿Se puede hablar de la construcción de un recuerdo? Habrá que verificar en los casos si se trata o no, de recuerdos. Juanqui Indart puso el acento en esto como un dato clínico. Abre a mi parecer la perspectiva de la cura orientada en algunos casos a inscribir algo del orden de la represión. Podría agregar, del inconsciente.
Irene Kuperwajs
Licencia de amor
Me gustaría continuar con el debate realizado en este boletín a partir de ciertos aportes que dialogan el tema de la errancia y el amor, tratando de explorar a éste último como el más misterioso de las relaciones entre los sujetos, definido asì por Lacan en el seminario de La transferencia.
¿Cómo es el amor en tiempos de errancia? ¿Cuál es el estatuto del psicoanálisis allí?
En el seminario Los no incautos yerran Lacan enuncia que el amor es la relación de lo real con el saber. Saber del inconsciente en tanto conexión de significantes. De manera que hay una estrecha relación del amor y el inconsciente. “El amor tapa el agujero”. El amor enlaza.
Lacan define en este seminario a la transferencia como la verdad del amor revelando al inconsciente.
El analizante, dice Lacan, debe elaborar ese saber.
“(…) quien no está enamorado de su inconsciente yerra”. Por ésto debe ser incauto de aquel.
Antes del psicoanálisis existía el amor, pero, dice Lacan, no se sabía dónde se iba Jacques-Alain Miller en “Trabajo de Lacan sobre el mito” dice que antes se podía no saber. ¿Podía ser ello nombrado como errancia?
El inconsciente (como el amor), dice Lacan, es un saber fastidioso del que uno puede no querer saber.
En el seminario de La transferencia Lacan, refiriéndose al diálogo del Banquete, dice que Sócrates se niega a ser digno de ser amado. Solo sabe del amor.
Lacan diferencia Licentia como “mi saber constituido como tal, mi vacío (…)” de Entia como ignorancia.
Por lo tanto Sócrates (¿y el psicoanálisis?) se reservará la licencia sobre el saber del amor. Licencia de amor, tomado así por Lacan de Cicerón.
De aquí me parece interesante tomar lo enunciado por Lacan acerca del amor digno o un nuevo amor en “Nota Italiana”.
Graciela Esperanza en el artículo: “Amor: un comentario del texto Alexander Stevens”, cita la siguiente frase: “El saber que Freud llama inconciente como lo que el humus humano inventa para su perennidad de una generación a la otra y ahora que se lo ha inventariado sabemos que da pruebas de una falta de imaginación extrema y luego concluye que hay que hay que “intentar a partir de lo simbólico, y lo real que aquí anuda lo imaginario, agrandar los recursos mediante lo cual uno podría prescindir de esa fastidiosa relación, (entiendo de la relación del saber y del inconciente) para hacer al amor más digno que esa charlatanería excesiva en la que hoy consiste”. Amor que en Seminario 11 es definido como más allá de la ley. Amor en lo real.
Siguiendo al mito del engendramiento del amor ¿Podrá aporía aún engendrarlo en tiempos de fiestas de abundancia?
Marcela Gutman
jueves, 14 de octubre de 2010
Sobre la errancia erótica
Existen muchos discursos acerca del amor, también se goza hablando del amor (ver "Moderando1" de J.C.Indart ). Con la cuestión de “la errancia erótica” texto de Kostas Axelos, aparece el término que viene de Heidegger, “errancia”, donde una vez más aparece el amor en el discurso filosófico, siempre desde una perspectiva que no pasa más allá de establecer una postura, pero sin dar respuesta efectiva a la cuestión del amor. Por el contrario el Psicoanálisis responde.
Los sujetos se dirigen al analista para buscar una respuesta acerca del amor, y es allí donde cada vez reinventan ese amor que llamamos “transferencia”.
Sin embargo nos servimos del término “errancia” para pensar un modo particular del malestar actual y que se presenta frecuentemente bajo la forma de la soledad contemporánea, es decir sujetos que pueden llevar en si la voluntad de encontrar un partenaire sexual, pero siempre les surgen obstáculos. O sujetos que pueden prescindir del partenaire sexual y consagrarse al partenaire asexuado del plus de gozar. Consumos varios, compras compulsivas, zaping generalizado, saltan de una cosa a la otra, de una persona a la otra o de objeto en objeto, y también de analista en analista.
Tal vez, y a partir de las intervenciones surgidas en la noche preparatoria de las Jornadas, se podría pensar que en primer caso la errancia es solidaria de la impotencia y en el segundo caso, es solidaria de la metonimia de goce. Pero en los dos casos intentando encontrar un síntoma que haga de límite a la errancia.
Los sujetos se dirigen al analista para buscar una respuesta acerca del amor, y es allí donde cada vez reinventan ese amor que llamamos “transferencia”.
Sin embargo nos servimos del término “errancia” para pensar un modo particular del malestar actual y que se presenta frecuentemente bajo la forma de la soledad contemporánea, es decir sujetos que pueden llevar en si la voluntad de encontrar un partenaire sexual, pero siempre les surgen obstáculos. O sujetos que pueden prescindir del partenaire sexual y consagrarse al partenaire asexuado del plus de gozar. Consumos varios, compras compulsivas, zaping generalizado, saltan de una cosa a la otra, de una persona a la otra o de objeto en objeto, y también de analista en analista.
Tal vez, y a partir de las intervenciones surgidas en la noche preparatoria de las Jornadas, se podría pensar que en primer caso la errancia es solidaria de la impotencia y en el segundo caso, es solidaria de la metonimia de goce. Pero en los dos casos intentando encontrar un síntoma que haga de límite a la errancia.
Daniel Aksman
martes, 12 de octubre de 2010
Reflexiones sobre la presentación de un caso en la noche del lunes
Después de escuchar las preguntas, las referencias, los pedidos de precisiones que surgieron a partir del diálogo con los asistentes a la noche preparatoria de las próximas jornadas, puedo decir que el caso que allí llevé ya no es el mismo.
La pequeña torsión que le imprime al texto escrito la palabra del otro –y la propia, una vez atravesado el acto solitario de escribir– obliga a ajustar, a argumentar, a volver a considerar. Así, la noche significó para mi un paso más en la compresión del caso y del tema de las jornadas.
La pequeña torsión que le imprime al texto escrito la palabra del otro –y la propia, una vez atravesado el acto solitario de escribir– obliga a ajustar, a argumentar, a volver a considerar. Así, la noche significó para mi un paso más en la compresión del caso y del tema de las jornadas.
Claudia Lázaro
¿Qué ordena el superyó?
Respuesta abreviada a la Moderación del blog luego de la dos primeras noches preparatorias de las XIX Jornadas de la EOL
El superyó ordena gozar a su antojo engendrando síntomas.
No hace que el goce sea un goce de entrada ordenado de acuerdo a lo que a la educación le conviene.
Sin embargo, paradójicameante, por el hecho de “imperar “ sobre el goce, tiene un poder ordenador sobre el goce.
A raiz de esto uno puede preguntarse lo siguiente: ¿ se podría influir terapéuticamente para atemperar y saber hacer con el goce del síntoma sin tocar el resorte superyoico del goce?
Sólo un goce controla a otro goce sustituyéndolo. No es posible influir sólo con palabras, interrupciones o silencios que no resuenen en el cuerpo gozante. Sólo quien “hace como” que ordena gozar puede tener el paradójico resorte como para lograr un cierto saber hacer con el goce del síntoma.
Freud en 1925 lo expresa así: “al inicio de la edad de la latencia… el varón se vió confrontado a elegir entre la satisfacción del amor incestuoso y la satisfacción del interés narcisista por una importantísima parte de su cuerpo amenazada por la castración”.
En referencia al caso presentado por Marisa Chamizo en la noche preparatoria de las XIX Jornadas, respondiendo a su pregunta acerca de las condiciones que posibiliten un tratamiento para él, yo propondría la siguiente estrategia: crear una ilusión de que el tratamiento se ocuparía de ver porqué ha perdido la relación gozosa con la amante, y no proceder a hacer hincapié en el goce de la drogadicción o en la desvalorización de los vinculo conyugales con la supuesta “salud” .
Además propondría también, introducir subrepticiamente la ilusión de poder gozar, a través del tratamiento, de una efectiva posibilidad de lograr ser como el padre y no solamente pasarse el tiempo admirándolo. Quizás esta aventurada y gozosa promesa podría convencer al paciente a seguir la consulta estimulando un lazo transferencial como para continuar trabajando sobre una sustitución posible entre el goce drogadicto (equivalente al incesto con la madre) y el goce del logro de sus propósitos mujeriegos y de emulación con respecto a los éxitos del padre tanto con sus empresas como con las mujeres (equivalente al valor narcisístico de su propio pene).
Ese lazo transferencial podría ser del tipo “conversación democrática” destinada a anudar RSI en los casos donde esto impide operar sobre las “frustraciones” y también sobre las así llamadas psicosis ordinarias pue en estos cuadros no se puede contar con la clásica represión freudiana en relación al padre (ver revista Quarto nº 94 dedicado a la Psicosis Ordinaria artículos de J.-A. Miller y de Gil Caroz).
Es necesario aclarar que, antes de este arriesgado paso estratégico –no dejaría de indagar sobre la ausencia de indicios de psicosis no desencadenada. Posteriormente,si es que consiguiera lograr este propósito (quizás utópico), no dejaría de favorecer la elaboración de un duelo para perder la omnipotencia mágica con la cual parece manejarse el paciente la cual sería un foco constante para la depresión y la impotencia, a su vez controladas a través de los excesos en el goce con las drogas.
Roberto Ileyassoff
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