lunes, 4 de octubre de 2010

Moderando 1


Nuevos ingredientes para El Caldero de las Jornadas. Diversos y muy interesantes, porque no cuesta escuchar el decir personal de cada uno.
Empienzo moderando el aporte de Cappelletti, porque ella quiere recordarnos ( por qué no, siempre estamos un poco dormidos) que hay otros calderos, calderos políticos, por lo menos en América del Sur y en nuestro país, calderos donde también algo se hace en la dirección de responder a la cuestión del amor y los tiempos del goce. Es verdad, pero en otra práctica y sin esos temas. Vale la pena juntar la lectura de su aporte con el de Arenas, porque ambos llegan, como respuesta, a restablecer el ‘honor del significante’ (ella), y a devolver la ‘dignidad del sujeto’ (él). Eso es muy bello. Pero Arenas aporta algo importante, cuando opone a la metonimia del goce actual el síntoma, desde Freud y con Lacan, por sus coordenadas de ‘hacer lazo’ (acá hay que discutir un poco), ‘condensar goce’ (no discuto nada), y ‘repetición’. ‘Repetición’, sí, pero acá prefiero el término que suele emplear Laurent: ‘iteración’. ¿Qué cuerpos van a repetir un síntoma hasta que se verifique como sinthome? ¿Durará la respuesta de Cappelletti? ¿Piensa Arenas que deberemos hacernos sinthoma de lo que nos llega en transferencia, de por vida?
Ahora hay que decir que es claro que si ponemos a trabajar la palabra ‘amor’, ella es ella, se distingue del resto de la frase en la que está ( y los tiempos del goce), y motiva a hablar, de la manera más singular, porque se goza hablando del amor.
Gonzalez Taboas encuentra un libro que  la ayuda a descifrar el Seminario 21 de Lacan, pero la brevedad de un texto para un blog le impide explicarnos más sobre ese encuentro, y sobre los errores y las errancias del amor. Vascheto nos recuerda muy bien Freud, el Freud que pensó el problema del amor en la psicosis paranoica, ese amor que lleva al suicidio, y nos deja bien situados cuando nos recuerda una respuesta para los hombres, vinculada a la causa de amar como azar. Pero eso no me parece divertido, es sólo un comienzo sin dios. La cuestión sobre el amor divertida, en ese Seminario 21, es considerarlo un juego apasionante, porque hay que inventarle sus reglas. Otras reglas que las del amor simbólico. ¿Qué escuchamos de esto en nuestra clínica?
Con lo que nos envía Norah Pérez entramos en ebullición. Hay que bajar un poco el fuego. Demasiadas referencias teóricas en un texto breve dificulta un poco entender qué pasó en esta respuesta concreta, que viene de la práctica, que nos interesa. Frente a excesos de goce y fracasos en el amor al nombre del padre “Esto así no funciona”, y el paso a la intervención de un colega psiquiatra, con variantes diversas, es una encrucijada bastante frecuente, a elaborar más caso por caso.      
             
Juan Carlos Indart