sábado, 2 de octubre de 2010

Moderación


Dignidad, nobleza, vergüenza, tres términos trabajados en psicoanálisis que encontramos en los aportes de varios colegas que expresan sus reflexiones vinculadas al amor y el goce en la época.
No sin relación por cierto a sus opuestos, que en el imperio del “empuje al goce desenfrenado”, en el tiempo de  la civilización del “terrorismo del objeto a”, son los que han inclinado la balanza de su lado: lo innoble, la indignidad, la desvergüenza.
La pérdida del soporte como dimensión del amor, el Nombre del Padre, hace caer también las identificaciones más seguras que cristalizan en una identidad, fijan a un nombre. Estas interpretaciones de Lacan (las referencias son de los Seminarios 21 y 24), adelantan lo que decae, se debilita, se forcluye,  en fin las formas diversas que en la clínica y en el amor se manifiestan distintas para el analista, aunque quizá no tan nuevas ya. Evidencian, como se desprende de los textos, el “fracaso del significante”.
Cuando en 1969 Lacan estableció el modo de lazo social entre los hombres como discursos, los funda tales en la prohibición del goce, en su recorte. En tanto el desenfreno, el terrorismo, el odio, van en contra y reflejan a la vez  su resultado.
Lo más interesante de estos textos para mi, es lo que recorto como preguntas que provocan , intentos interpretativos, propuestas,  nada seguro en el saber acumulado.
Nora Capelletti vislumbra una rajadura del “todo goce” en las manifestaciones actuales de los jóvenes y los ciudadanos en reclamos referidos a la educación, por ejemplo, máximo campo del despliegue simbólico podríamos decir, como una especie de detención de la caída de los ideales, un viraje. Las formas están allí prestas a ser leídas, también han estado en otras épocas, pero,  hoy tendrían otra función, si se capta la oportunidad social para orientarlas. ¿Cambio de discurso del amo, barradura del discurso capitalista? Otra escritura quizá.
Más en el campo de la clínica, Gisella Smania interroga a partir de oponer lo que la época produce como consecuencia, además de lo citado, del freno de la función de la castración, los casos de mujeres solas en las que las formas del amor se aproximan más al estrago, donde la demanda feroz presente en la categoría de frustración y no de castración, llegan al psicoanalista. ¿Tratamiento de la frustración “sin ley”? Y la privación, ¿juega su partida?
Carmen González Taboas, Gerardo Arenas, Emilio Vaschetto, abordan al amor en diversas aristas: que captar lo imposible del amor lo hace más digno, ¿es posible por su ingreso al discurso analítico?, ¿la irrupción del amor en la transferencia sería suficiente para que el amor, todo amor, no se desplace al  “no cese de escribirse” que es el drama del amor? ¿Qué formas toma en la transferencia, si hablamos de psicosis ordinarias, las categorías de positiva y negativa se trastocan? Es posible que si por “ser incauto” se ata el amor para soportar el exilio de la no relación sexual, no serlo, de qué modos Afrodita sorprende en el lazo transferencial?

Ana Simonetti

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