domingo, 5 de septiembre de 2010

Primera noche de las XIX Jornadas Anuales de la EOL

“El amor y los tiempos del goce. 
Qué responden los psicoanalistas”

RESEÑA (Martes 31 de agosto de 2010)

La noche estuvo a cargo de los integrantes de la Comisión Científica, quienes propusieron un marco para estas Jornadas con el acento en transmitir un estado actual de trabajo. Cada intervención dejó un aporte, una contribución que empuja a una elaboración colectiva acerca de las cuestiones que nos interrogan de la clínica actual.
Se hizo también una invitación a que participemos activamente a través del Blog.

Ricardo Nepomiachi destacó que estas Jornadas son la ocasión de poder constatar cuál es el modo de fallar la relación amorosa particular de nuestra época, en un mundo en el que el Otro ha perdido su consistencia, en la época de la caída de los semblantes. En estos tiempos del goce, qué destino hay para la palabra, teniendo en cuenta que el amor es un efecto del lenguaje. Los tiempos del goce solitario, del imperativo superyoico que propone una armonía con un objeto de satisfacción, plantea la pregunta acerca de por qué se renunciaría a un goce permanente.
En cuanto a la respuesta del analista, fue definida como una operación de inducción de un efecto que es el sujeto que instale el amor al inconsciente. Operación que tiene que vérselas con el goce solitario que hace obstáculo a la apertura del inconsciente.
Una viñeta presentada por Marisa Chamizo permitió meternos de lleno en la cuestión central, la hiancia entre el amor y el goce, y la dificultad que plantea el caso y que interroga acerca de las posibilidades de crear las mínimas condiciones para un tratamiento posible. Se desprende de la viñeta que el amor y el goce van por carriles separados, hay el empuje a la muerte, al “consumo a morir”. Uno se encuentra, dice Marisa, “con lo que no puede agarrar”. Plantea que sin la alarma necesaria que proviene de la angustia, ¿podríamos encontrar la manera de despertar alguna curiosidad, en el sujeto, para saber de qué se trata?
Ana Simonetti propone tomar lo que Lacan indica en el Seminario 21,  acerca de la pérdida de lo que soporta la dimensión del amor, el Nombre del Padre. Lo que caracteriza a la época sería entonces la pérdida de ese soporte. Relató dos viñetas que presentan un elemento común, cortes en el cuerpo que producen alivio. Dos mujeres jóvenes para quienes la palabra no estuvo como instrumento, o no alcanzó para mitigar su angustia y su dolor, con la paradoja de que con el corte en el cuerpo encontraron un alivio. La presentación permitió establecer las diferencias entre un caso y otro en lo relativo a la función del padre, y al modo en que cada uno intenta servirse de él.
Juan Carlos Indart plantea que lo que le interesa como respuesta apunta a la clínica, en esta época en que se constata esa sustitución que Lacan anunciaba en el Seminario 21, la sustitución del Nombre del Padre por el orden de hierro del “ser nombrado para” con lo que anticipaba una “degeneración catastrófica”.
Lo orienta la noción de frustración del Seminario 4, al punto que habla de una clínica de la frustración: así, bajo la égida de la frustración no funciona más que el Otro de la demanda, y esto tiene consecuencias en cuanto a los excesos de goce (la pulsión cobra un funcionamiento de compensación de la falta frustrante),  y en cuanto al amor (la dialéctica de la frustración lleva a la reducción del amor a el “dos”).
Los síntomas que presenta la clínica de la época se verifican inscriptos como letra, opacos a todo desciframiento. Tienen una función de alivio, de anudamiento, adviniendo un hueco forclusivo que el síntoma suple.
También desplaza la cuestión de la decadencia del Nombre del Padre advirtiendo que falla algo más hondo: la función fálica como tal.
La clínica muestra que algo puede funcionar más allá del Otro de la demanda en la medida en que llegan estos casos a un analista. Se notan efectos de un “hacerse cargo” de lo que les pasa, de sus síntomas. En una clínica en la que “avanzamos en tinieblas” se verifica  que en muchos casos hay sedación de la angustia o hay una reducción del síntoma compulsivo. Indart hace hincapié en la importancia de poder ir ubicando algún trazo lógico entre lo que se hace y las consecuencias. Por eso es necesario el espacio para la elaboración colectiva, estar abiertos a escuchar las respuestas de los analistas frente a una clínica que nos obliga a inventar.


Como efecto de estas intervenciones hubo interesantes aportes para ir volcando a “El Caldero de las Jornadas”:
-       La frustración de amor como síntoma de la época es un llamado a la transferencia,
-       Un problema clínico: no se dispone de la vergüenza. ¿Cómo avergonzar a alguien respecto de sus condiciones de satisfacción en la época en que se exalta el derecho individual al goce?
-       Retomar “Introducción del Narcisismo”, donde Freud se pregunta por qué es necesario amar, y responde que amamos para no enfermar y que enfermamos por no poder amar.
-       Algunas frases de Lacan que orienten una investigación: “Amar es dar lo que no se tiene a alguien que no lo es”, “El deseo de reconocimiento impide reconocer el deseo”, “El amor hace condescender el goce al deseo”.
-       Acerca del “hacerse cargo”, sintagma que nos permite salir de la implicación subjetiva, que no está en lo contemporáneo, y que sirve para pensar el enlace de afecto a un cuerpo que se manifiesta en su compulsión.
-       Una referencia a Función y campo de la palabra… acerca de las tres entidades clínicas que Lacan propone: neurosis, psicosis y la tercera que hace referencia al efecto en el sujeto del discurso de la ciencia.
-       El concepto freudiano de narcisismo en la época del Otro que no existe.


Se trata ahora de aceptar la invitación que nos han hecho a participar en el Blog.
Juan Carlos Indart y Ana Simonetti se han comprometido a leer y responder lo que puedan.

Bernadette Houssay

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