martes, 12 de octubre de 2010

¿Qué ordena el superyó?


Respuesta abreviada a la Moderación del blog luego de la dos primeras noches preparatorias de las XIX Jornadas de la EOL 

El superyó ordena gozar a su antojo engendrando síntomas.
No hace que el goce sea un goce de entrada ordenado de acuerdo a lo que a la educación le conviene.
Sin embargo, paradójicameante, por el hecho de “imperar “ sobre el goce, tiene un poder ordenador sobre el goce.
A raiz de esto uno puede preguntarse lo siguiente: ¿ se podría influir terapéuticamente para atemperar y saber hacer con el goce del síntoma sin tocar el resorte superyoico del goce?
Sólo un goce controla a otro goce sustituyéndolo. No es posible influir sólo con palabras, interrupciones o silencios que no resuenen en el cuerpo gozante. Sólo quien “hace como” que ordena gozar puede tener el paradójico resorte como para lograr un cierto saber hacer con el goce del síntoma.
Freud en 1925 lo expresa así: “al inicio de la edad de la latencia… el varón se vió confrontado a elegir entre la satisfacción del amor incestuoso y la satisfacción del interés narcisista por una importantísima parte de su cuerpo amenazada por la castración”.
En referencia al caso presentado por Marisa Chamizo en la noche preparatoria de las XIX Jornadas, respondiendo a su pregunta acerca de las condiciones que posibiliten un tratamiento para él, yo propondría la siguiente estrategia: crear una ilusión de que el tratamiento se ocuparía de ver porqué ha perdido la relación gozosa con la amante, y no proceder a hacer hincapié en el goce de la drogadicción o en la desvalorización de los vinculo conyugales con la supuesta “salud” .
Además propondría también, introducir subrepticiamente la ilusión de poder gozar, a través del tratamiento, de una efectiva posibilidad de lograr ser como el padre y no solamente pasarse el tiempo admirándolo. Quizás esta aventurada y gozosa promesa podría convencer al paciente a seguir la consulta estimulando un lazo transferencial como para continuar trabajando sobre una sustitución posible entre el goce drogadicto (equivalente al incesto con la madre) y el goce del logro de sus propósitos mujeriegos y de emulación con respecto a los éxitos del padre tanto con sus empresas como con las mujeres (equivalente al valor narcisístico de su propio pene).
Ese lazo transferencial podría ser del tipo “conversación democrática” destinada a anudar RSI en los casos donde esto impide operar sobre las “frustraciones” y también sobre las así llamadas psicosis ordinarias pue en estos cuadros no se puede contar con la clásica represión freudiana en relación al padre (ver revista Quarto nº 94 dedicado a la Psicosis Ordinaria artículos de J.-A. Miller y de Gil Caroz).
Es necesario aclarar que, antes de este arriesgado paso estratégico –no dejaría de indagar sobre la ausencia de indicios de psicosis no desencadenada. Posteriormente,si es que consiguiera lograr este propósito (quizás utópico), no dejaría de favorecer la elaboración de un duelo para perder la omnipotencia mágica con la cual parece manejarse el paciente la cual sería un foco constante para la depresión y la impotencia, a su vez controladas a través de los excesos en el goce con las drogas.

Roberto Ileyassoff





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